Esa inconsistencia acuosa

Verde-por supuesto- muy verde

martes, 8 de noviembre de 2016

Sigo acá

Todo se ve muy borroso desde el vidrio de mis lentes
No uso lentes
Si los usara, no estarían hechos de vidrio
Podríamos estar hablando de lentes de cámara, de estar mirando y fijando la vida como espectador
Espectador oculto 
Espectador oculto que llega tarde
Espectador oculto que llega tarde a la noticia
Espectador oculto que llega tarde a la noticia y se lleva caras de descontento 
Espectador oculto que llega tarde a la noticia, se lleva caras de descontento e información imprecisa
Cara borrosa imprecisa de espectador oculto

domingo, 15 de mayo de 2016

Solo yo leo mi blog

Hace días, así lo percibo, que sigo hilando en el vacío, que logro sostenerme y ponerme en marcha sin una estructura sólida, o con una base que es agua y garabatos o una maraña de pelos negros, como los que crecían dentro de mí esa temporada que fumé muchos pall mall rojos. A todo esto, sería bueno preguntarse si es necesaria una base para sentir que no se va a la deriva, desordenado o, finalmente, haciendo muchos planes de vida que no tienen sentido. Yo creo que todo es culpa del cinismo. Volverse cínico es volverse, también, simple. Y ser muy simple (y no hermosa o perfectamente sencillo) o tratar de simplificar las cosas hace que, contrariamente a lo que se cree, el espíritu (no tuve otra palabra para expresarlo) se canse. No se trata del agotamiento satisfactorio de la carrera de largo aliento, sino del hastío de la monotonía, y, en pocos días (como esos días que percibo), del cansancio del mismo cansancio: un perro flaco y miedoso que sólo se anima a seguirte por unas migajas, con la cola escondida y aún con miedo de cualquier movimiento del que lo alimenta.

jueves, 15 de agosto de 2013

Estar linda duele

Miles de patitas de araña en el caño, esta vez eran miles haciendo ruido en una nube negra. Deslizó sus yemas ásperas de colilla en la playa por las cuevas de los ojos y se encontró decidiendo qué cara ponerles frente al espejo a estos insectitos que se paseaban, débiles, circundantes, entre sus dedos. Sí mamá, debió ser esa crema que compraste, no hay que volver a ese sitio...

Al menos ya no harían más preguntas, al menos en unas horas. Miró con detenimiento sus palmas. La carne, desesperada, hormigueaba dentro de las medialunas de las uñas, luchaba por salir corriendo después del crujir de las grietas blancas o la línea de la vida, del amor, del dinero y otras inventadas en juegos de niñas, vas a tener tres hijos, mala salud... Las cenizas y todo el humo reposaban hace años en las líneas escamosas. 
Volvió al espejo, el amarillo de las palmas podría haber prendido hasta la cara y esa no se podía esconder. Entre la mata de pelos distante, como de su cadáver flotando en el agua, se desprendían alambres mirando hacia todos lados, haciendo garabatos. La piel no estaba tan mal, excepto por esas venitas que pasaban por graciosas, hasta llegar a las ojeras. Capullos hinchados del líquido extraño, que hacía ámbar en las llagas de las raíces, del remolino de la cabeza. Las escondía como podía con su pelo, cada día de manera diferente, como combinando las pocas tenidas de un armario pobre. Las tocó y sintió asco, por primera vez no resistió sus propios vapores, ese olor denso desde el centro de la piel y no esperó más hasta el último punto en la rutina. 
Lo hizo rápido. Apoyó las manos, sin mirar, en las caderas (de huesos abandonados en algún arenal) en algún arenal de la playa donde pasaba los veranos, salía con la bicicleta por la noche, bajó el elástico aún más rápido, no parecía un procedimiento de rutina, no va a pasar nada mamita, nadie se va a enterar, el olor le llegó al cráneo, el aire hasta la garganta y el pez de sus entrañas lamía las heridas una vez al mes.

viernes, 2 de agosto de 2013

Comunicado

Precaución: los 19 años o los atisbos de libertad hacen que la autora, muchas veces, exacerbe los procesos internos (y su singularidad)

Con la manía de encontrar explicaciones zumbándome en los oídos, puedo adivinar, a tientas, que esta niebla se ha cernido sobre mí (y dentro de mí) hace más de un año.
Ya anticipaba esta sequía (o podría llamarse lluvia permanente) con mi relación con las últimas frases en novelas y cuentos.
La vista, ansiosa, me jugaba siempre malas pasadas y se deslizaba hasta la última hilacha tipografiada: mis pupilas se saltaban de dos en dos, traviesas (hasta la desesperación), las líneas finales, y terminaban en el punto para recorrer nuevamente el mismo trecho.

Luego vinieron, como una visita incómoda, las palabras subrayadas. Por este trastorno de no tolerar lo previamente leído o escuchado (o leído y escuchado y leído y escuchado), los diálogos fluidos, precisos y con guiones; por rehuir a los modismos, estos trazos terribles se extendían de las líneas de mis manos (hay un cuento de Cortázar) y censuraban toda construcción familiar.

Supongo que por reprimir lo propio quise restringir lo de los demás, al leer.

Pasa que ya va un año o algo más que los párrafos me vencen, los ojos se llenan de esa niebla (esto podría ir subrayado), sube a ese salón donde las letras se vuelven comentarios posteriores o conversaciones nutridas o me lleno de lluvia o de ruido blanco y repito las palabras en los labios por si hay alguna conexión pero sigue lloviendo allá arriba.

La última explicación podría ser mi problema con los prólogos, prefiero no hablar de ellos.

O tal vez el cuento del pez en el agua o el pez chico o el pez grande.

domingo, 14 de julio de 2013

19 años

Estar triste como quien come para terminar de hacerlo, como el que fuma el cigarro para esperar, con las manos frías. Comer como quien camina ansioso hacia la puerta y mira por el visillo la entrada vacía, esperar como quien escribe disciplinadamente. Caminar hacia la puerta como quien esconde las manos en los bolsillos, escribir disciplinadamente como quien revuelve la casa y cambia de lugar los muebles. Esconder las manos en los bolsillos, revolver la casa, fumar un cigarrillo y no encontrar nada.

domingo, 9 de junio de 2013

6PM

La dulce muerte-Las palabras deslizándose por el laberinto-La risa nítida, desenrrollándose como un caracol-En tu lengua y los dientes saludando-El vapor delicioso

viernes, 24 de mayo de 2013

Lapsus

Horrible eso de no matar al padre, esto parece una entrevista. Posgrado de tributario, mamá por favor, para estar juntitas. Las historias desde abajo son minas de sal, mi papá sabe de todo, mi mamá es un cero a la izquierda. Por alguna razón no me cae mi papá, sobre todo cuando sus dientes postizos...